EDITORIAL
Penélope al celebrar su 2° aniversario ha tratado de tener un acercamiento a la temática de “la Comunalidad”; idea gestada y desarrollada por las comunidades y teóricos indígenas, en donde la concepción del mundo es diametralmente diferente a la forma de vida y de ser del mundo occidental. En esta ocasión se tiene la posibilidad de participar y apoyarse en el espacio cultural de la curtiduría
Pero, ¿Qué es La Comunalidad? ¿Por qué la decisión de abordar esa temática? ¿Cuál es la relación que guarda La Comunalidad con el colectivo Penélope, el fanzine y espacio de La curtiduría? Para empezar, sin tratar de entrar en profundas explicaciones, pero sí con la idea de aclarar lo que queremos proponer, diremos que La Comunalidad implica una serie de conceptos que se contraponen a los principios occidentales que tienen sustento en la ideas del Estado-Nación, tales como libertad, individualidad, democracia y desarrollo, que aún imperan y rigen diferentes ámbitos de nuestra existencia, por ejemplo, se tiene la idea que la libertad individual es la capacidad que cada individuo tiene de realizar su plan de vida en el mundo, pero no en iguales condiciones y posibilidades para realizarlo, de esta manera la sociedad se convierte en un escenario de competencia entre individuos o grupos, en donde sobresalir significa vencer al otro o a los otros, en una lucha en el mercado, en el mundo profesional o en la política. Por otra parte, la idea de Democracia, es considerada como la decisión y el poder de las mayorías, el poder del pueblo, sin embargo, la colectividad únicamente es tomada en cuenta como suma fragmentaria de individualidades con intereses particulares, de ahí que las elecciones funjan supuestamente como la forma elemental de hacer democracia, se dice que democráticamente se elije un gobernante para que cuide los intereses de todos los ciudadanos cuando en realidad se imponen las convicciones y finalidades de uno o unos cuantos.. Finalmente la idea de desarrollo y progreso lineal que todo sistema y poder democrático aspira, sin lograr desligarse de las fuerzas del mercado que alientan la industria y el comercio.
En contra parte, La Comunalidad se dirige por el interés del todo, cada individuo se considera así mismo como parte integral de una totalidad, lo que afecte a ésta afecta a él, al buscarse el propio bien se busca el bien del todo, no se niega la afirmación de la propia identidad personal, sino se intenta una vía distinta de descubrir el propio yo, con la apertura a los otros, sin la cerrazón y obsesión por uno mismo.1
Es el don de servicio y no el cálculo del propio beneficio, el que hace que de La Comunalidad se generen virtudes ya casi olvidadas en nuestros tiempos como: la generosidad, el desprendimiento, la solidaridad, la humildad y la más importante de todas, la fraternidad.
La Comunalidad no sólo es concepción del mundo, sino acción-práctica estructurante del mundo de lo social, se sujeta a ciertos fundamentos, instituciones y principios. Sus fundamentos: territorio comunal, autoridad comunal, trabajo comunal y fiesta comunal. Sus instituciones: asamblea, cargos y tequio. Sus principios: guelaguetza, reciprocidad, integralidad y complementariedad. Sus valores: servicio, lo propio, gracia y armonía.2
Sin embargo, en primera instancia tenemos la idea que La Comunalidad no es exclusiva de los pueblos, ni de los teóricos indígenas, y en segunda, no es una forma de organización, ni una forma de vida totalmente estable. Por una parte, en diferentes ámbitos no indígenas podemos encontrar formas de organización y formas de vida comunales, como en los colectivos, en los barrios, en las bandas, en las clikas, en las tribus urbanas, etc., y por otra, La Comunalidad no es un fín en sí misma, sino un proceso contradictorio, que puede estar en riesgo, ya sea por el individualismo o por la presión colectiva.
Es así como consideremos que La Comunalidad es proyecto en acción concreta, sometida a la crítica individual y colectiva que tiene sus cimientos en las actividades reales que cada sujeto y que cada colectivo imprime en el día a día de su existencia. Penélope como colectivo y en su actividad de creación del fanzine, a manera de analogía comparte los fundamentos de la Comunalidad, ya que en un principio la calle fue y es el territorio compartido que se utilizó como lienzo colectivo y en donde se plasmaron de manera creativa los pensamientos, sentimientos y emociones que se tenían respecto a lo que acontecía en nuestro estado y en especial en nuestra ciudad, también el fanzine encuentra está lógica de territorio común en donde la posibilidad y el diálogo han tratado de consolidarse, ambos espacios intervenidos también gracias al trabajo comunal, ya que la participación de cada uno de los que formamos Penélope se engarzó en un trabajo compartido en cada una de las intervenciones que se hicieron en la curtiduría y en particular en cada temática que se han abordado en números pasados del fanzine. Nos hemos tratado de regir bajo una autoridad compartida, en donde no hay un poder vertical en la toma de decisiones, sino todo lo contrario hemos tratado de organizarnos de manera horizontal y flexible, en donde la toma de decisiones surjan de la participación de cada uno de los que formamos y participamos en el colectivo y en el fanzine, delegando ciertas funciones a cada uno de los integrantes, sin que por ello se pierda el sentido de unidad.
En está ocasión queremos demostrar que tanto la labor del colectivo como la creación del fanzine fungen desde la perspectiva comunal, además consideremos que el papel de la curtiduría es la de ampliar la dimensión del territorio comunal, ya que es en ese espacio donde convergen un sinnúmero de colectivos y sujetos que de manera compartida asumen un trabajo colectivo y un papel creativo, de ahí la acción que quesimos emprender en la intervención de dicho espacio sea comunal, así como la propuesta de nuestro fanzine, ya que de no haber sido por el intento de la actividad comunal, ni el colectivo ni el fanzine tuvieran existencia.
2 GUERRERO, Arturo. De tierra espiral, Comunalidad: lo cotidiano, memoria y esperanza en la sierra norte de Oaxaca. UAM-XOCHIMILCO, TESIS DE MTRÍA. EN DESARROLLO RURAL. Pp. Cxliv-ccxvii.
El valor comunal
Zenaida Pérez.
Se empieza a hablar de ello principios en la década de los 80’s con la participación de las primeras organizaciones etnopolíticas de la sierra norte de Oaxaca, mixes y zapotecos principalmente, aunque también se sumaron chinantecos. Sus impulsores principales fueron los antropólogos Floriberto Díaz Gómez, mixe de Tlahuitoltepec y Jaime Martínez Luna, zapoteco de Guelatao. Entre sus apoyos se encuentra el maestro Juan José Rendón, lingüista que hizo aportes teóricos y metodológicos sobre la comunalidad. Hoy en día suma a muchos más intelectuales de la región y fuera de ella.
La comunalidad es la base y es al mismo tiempo la aspiración de los pueblos originarios, que desde su origen está ligado al tema de la autodeterminación y autonomía basada en el principio de la ayuda mutua, el poder en manos del colectivo constituido en asamblea, la voluntad de servir gratuitamente en los cargos a la comunidad, la defensa de un territorio propio.
Podemos decir que la comunalidad es una ideología de identidad, a partir del cual debemos sumarnos y coexistir como pueblos para definir en común, nuestras aspiraciones referente a educación, salud y todo lo que implica en bien vivir.
El planteamiento de la comunidad no es una añoranza, sus fundamentos principales viven y se viven en las comunidades, aunque no se denomine como tal; por eso la tarea a las y los intelectuales jóvenes de socializar este saber con las personas de su comunidad, para valorar nuestra práctica comunal y fortalecer nuestra identidad.
En diversos escritos se menciona que el valor principal de la comunalidad es la voluntad y capacidad de donación de trabajo a la comunidad. Así en fechas recientes, cuando la prueba de la naturaleza ha rebasado las capacidades individuales, los medios de comunicación y algunas personalidades han vuelto su mirada a las comunidades y se han sorprendido de esa capacidad de las y los habitantes de un pueblo de solidarizarse con sus paisanos en desgracia, propios y extraños se admiraron de la capacidad de los pueblos de hermanarse de una manera sorprendente para sobrellevar la manifestación de la naturaleza, donde quien menos tiene en muchas ocasiones da más. Donde el apoyo no sólo se centra en el dinero, sino en la fortaleza espiritual de saber dar ánimo y contagiar valor al otro, al que parece caerse.
Se dice que a través de los medios se escribe nuestra realidad, por eso agradecemos a la naturaleza el hacer este llamado por nosotros, sólo así hemos tenido la oportunidad de demostrar que entre pueblos estamos hermanados, y que el llamado para las y los otros es que es tiempo de voltear a mirar a las comunidades, de re-valorar sus aportes positivos, es tiempo de complementarnos, para construir esos nuevos mundos.
Oficio de Tlacuache
Arturo Guerrero
Jaime Luna advierte que en las comunidades de la Sierra Juárez, y posiblemente en otras regiones también, una imposición externa genera una resistencia interna, y este choque deriva en una adecuación, en un nuevo elemento cultural: esta es la espiral afuera de la comunalidad. Ahora bien, de la resistencia sabemos que se presenta en una infinidad de formas y matices; y que no va sola. Es decir, que los pueblos no ofrecen únicamente resistencia de algún tipo, sino también aceptación, consentimiento, igual en alta gama de matices. Y que no es uno u otro: resistencia y consentimiento se complementan en la disposición frente al Otro externo. Veamos el caso de mi compa el Marquitos.
Marquitos dice, cuando se defiende de alguien que lo quiere chamaquear, que él no es pendejo de ahora. ¿Qué tipo de defensa es esa? Podría tomarse como signo de derrota, de conformismo quizá. Porque un pendejo es alguien muy tonto, dominado, jodido. Y él, según lo implicado en su dicho, ya era pendejo desde antes.
Afirma, me parece, que el dominado también tiene una experiencia vital y que desde ahí actúa. Que el subalterno aprende en la resistencia/aceptación cotidiana. El pendejo eventual, el novato, sólo es un ordinario; pero el que ya tiene su trayectoria sabe de su condición y ha desarrollado clandestina o visiblemente estrategias y técnicas de resistencia, consentimiento y simulación, que le permiten mantener una autonomía relativa en su ámbito vernáculo, readecuándolo permanentemente. Para perdurar aún siendo un pendejo.
Con la frase de Marquitos se expresa uno de los rasgos cardinales en la actitud del serrano: su tlacuachismo. El ser que finge estar muerto para perdurar. La astucia de adecuarse a las condiciones cambiantes del entorno, articulando en lo cotidiano memoria y esperanza. La negociación y el disimulo antes que el enfrentamiento directo. Pues no se trata de incrementar la imposición externa sino de lo dejen a uno vivir tranquilo, con lo propio y los propios. El tlacuache siempre sigue su camino. Los especialistas han encontrado suficientes reproducciones de este animal en las regiones zapotecas, fechadas en el periodo Clásico (200-900dC.), como para hablar de la divinización entre los antiguos de nuestro marsupial.
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