jueves, agosto 11, 2011

PENÉLOPE # 11 "NARCOTRAFICO Y PROYECTO MONOSAPIENS"

GRÁFICA...





TEXTOS...



EDITORIAL.
La relación entre el hombre y los demonios vegetales es milenaria. Podríamos decir que la cultura prehispánica, de la cual nos sentimos tan orgullosos, fundamenta gran parte de su cosmovisión en el consumo de las plantas de los dioses.
Es el mismo caso de toda Latinoamérica, región junto con México, beneficiadas por la naturaleza con una variada flora sicotrópica.

El desierto mexicano resguarda un cactus repleto del alcaloide conocido como Peyote y, recientes investigaciones señalan que por la savia del árbol conocido como Tepezcohuite -endémico de nuestro país- corre el potente y espiritual DMT.

Oaxaca, en ese mapa sicodélico, es una meca para los psiconautas, debido a que es el santuario de enteógenoscomo el Hongo psilocibe y la Salvia Divinorum.

Pero en el siglo XIX está comunión se ve trastocada y se convierte en un problema para las sociedades occidentales, cuando su consumo sale de su ritual colectivo y de lo culturalmente normado, para insertarse en las prácticas propias de las nacientes urbes modernas industrializadas.

La drogadependencia es un fenómeno contemporáneo en las sociedades urbanas donde el placer es un tema prácticamente olvidado, reprimido y comercializado, señala la antropóloga argentina María Isabel Menéndez; es un tema de los límites de la libertad y la esfera privada, por lo tanto del control y del biopoder del Estado sobre sus gobernados.

La antropóloga recuerda el edicto de Freud donde señala la función que tiene la droga en la sociedad actual, de acuerdo al padre del sicoanálisis, habitual consumidor de cloruro de cocaina.

"La vida, como nos es impuesta, resulta gravosa: nos trae hartos dolores, desengaños, tareas insolubles. Para soportarla no podemos prescindir de calmantes ... Los hay, quizá, de tres clases: poderosas distracciones, que nos hagan valuar en poco nuestra miseria; satisfacciones sustitutivas, que la reduzcan, y sustancias embriagadoras, que nos vuelvan insensibles a ellas. Algo de este tipo es indispensable”.

Ante tal receta es importante preguntarse si la droga, en alguna de sus múltiples presentaciones: cápsula, polvo, cristalizada, líquida, y consumida en todas los estratos sociales, es la causante del debacle moral en el que se encuentra nuestra realidad local y global.

Si así fuera, en México es poco claro cuáles son las instituciones que abordan las causas sociales del consumo y tráfico de drogas, y qué acciones se están llevando a cabo para rebasar el ámbito policiaco y enfocarse en el desarrollo social, la educación, la libertad y los derechos humanos, en especial de los jóvenes, que les permitan tener información sobre el uso y consumo de sustancias prohibidas por la moral occidental.

Con la instalación de las mercancías de todo tipo circulando en un mercado mundial y el desarrollo de los medios de comunicación difundiendo su existencia, las drogas se convirtieron en una mercancía más, dependientes de la oferta y la demanda.

Y el sector juvenil no es un mercado menor. En todo el mundo hay una población de mil 800 millones de jóvenes, la cifra más alta en la historia de la humanidad, reporta el Fondo de Población de Naciones Unidas, UNFPA.

Pero más de 200,000, en su mayoría entre 17 y 35, mueren cada año en nuestra aldea global por consumo de drogas, documenta Antonio Mazzitelli, representante Regional de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito, UNODC.

Además, del total de la población mundial juvenil de entre 15 y 24 años, el 87 por ciento vive en países en desarrollo.

México es uno de esos países, donde los jóvenes ahora cargan con el estigma de NINIS, (ni trabajo ni estudio), ocupando el primer lugar…pero en el desempleo y el subempleo.

En la guerra calderonista aproximadamente mil 226 jóvenes han fallecido, mientras que el incremento de la tasa de homicidios en los estados del norte se ha multiplicado, especialmente en el segmento de 15 a 17 años, denuncia la Red por los Derechos de la Infancia en México (Redim).

Para evitar esta tragedia, ¿cuál es la política pública del gobierno calderonista?; ¿deben prohibirse las drogas o prohibirse ser joven, tener deseo de llegar a sus propias conclusiones y decisiones del mundo que habita; rasgar la tela de la razón, percibir los distintos niveles de la realidad y los placeres producidos por los sentidos?

Sin embargo, a pesar de las múltiples batallas que la juventud ha dado en la lucha por sus derechos, algunas de ellas ganadas, aún siguen siendo escasos los espacios de encuentro, intercambio y organización que cede el Status Quo.

Es importante recordar que la guerra contra las drogas es una cruzada moderna emprendida por los Estados Unidos y secundada por todos los gobiernos que encuentran en este tema la forma idónea de ejercer la represión, la dominación y el poder sobre sus pueblos, y negar su responsabilidad e incapacidad para construir los marcos regulatorios para el uso y consumo de sustancias provocadoras de alteridad.

Amenazado por la transformación social gestada principalmente por jóvenes estadounidenses que exigían libertades civiles durante los años 60 y 70, el presidente Richard Nixon decide declararle la guerra a las drogas, y de alguna manera, también a la culturas juveniles urbanas.

Fue un 17 de junio de 1971, este año se cumplieron 40 años, organizaciones civiles y gubernamentales mundiales decidieron dar un certero diagnóstico: FRACASO TOTAL.

“Después de 40 años tenemos evidencia de que la estrategia actual no sólo no funciona, sino hasta empeora la situación”, declaró Coletta Youngers, consultora del Consorcio Internacional sobre Políticas de Drogas, (IDPC).

Desde entonces, señala IDPC, dicha guerra ha fracasado en disminuir el consumo, frenar el cultivo de plantas destinadas al mercado negro y reducir su tráfico. En cambio, las políticas de drogas a nivel regional han marginado a los consumidores, reprimido a los agricultores y abrumado a los sistemas de justicia, afirman 74 organizaciones en el continente con experiencia en el tema.

Fueron los jóvenes quienes detonaron el proceso democrático en nuestro país; son la principal fuerza social que empuja la llamada Revolución del Jazmín, en Medio Oriente, y los principales militantes del movimiento de Los indignados en Europa; reconocerse como parte de ese espíritu es aceptar el aquí y ahora de nuestro destino.


EL ACCESO A LAS DROGAS EN OAXACA.
El consumo de drogas aumenta en México año tras año, solapado por las altas esferas del poder nacional y norteamericano, quien lo duda. Por tanto, mientras a ellos no se les dé la gana, una legalización parece muy lejana, aunque personajes tan disimiles como Paul Volcker, George Schultz, Kofi Anan, Vargas Llosa o Fuentes la han sugerido y explicado sus motivos. El factor genético del usuario es relevante pero al parecer lo es aún más el emocional. Hoy día es tema en boga, así que sin esperanza ni temor veremos que nos dicen los expertos, aunque la verdad no existe un perfil típico ni aún en los usuarios de cannabis. La mayoría no son homogéneos, como tramposamente quieren hacérnoslo creer los anuncios de tv.

De los conectes.
Lugares comunes para conectar han sido los campus universitarios públicos y privados porque existirán estudiantes yonquis y emprendedores narcopoquiteros que facilitarán el acceso a sus pares tímidos y poco audaces. Y si no los hay, el vendedor de la calle conocerá a algún listo o movido –ése que tradicionalmente reúne la vaquera- que mediará como corre-ve-y-dile; y a él y solo a él, como mandan los cánones, le venderán. Hace diez años era difícil conseguir LSD y ya no digamos MDMA -incluso para el yonqui más tenaz- pero había mota circulando en C.U y no muy lejos nectes de negra, piedra y perico. El problema ya existía entonces y aún existe hoy solo que con ligeros matices (consumir drogas duras en C.U es para los más intrépidos ya). Por ejemplo, algún hijo de vecino puede conseguirte papeles y tracas. En las pseudo raves es también sencilla su adquisición ya que estos jóvenes tiradoresdesconocen el recelo que le es propio a sus colegas más veteranos. Debido a esta facilidad para adquirirla sin intermediarios se han multiplicado los vendedores ocasionales. Estas drogas sintéticas son más poderosas, de mayor alcance y duración y relativamente más fáciles de conseguir que las drogas “naturales”. Son también menos adictivas, no vas a querer andar en viaje ácido todos los días. Yo diría que son las preferidas de los oaxaqueños más jóvenes. Fumar un porro para la mayoría de ellos es mero trámite para una sensación mayor, un fumar porque los demás lo hacen, o porque hay. Tal desdén es comprensible si fueron esas drogas sintéticas las primeras que probaron. La mariguana no dejará de ser menospreciada por los consumidores ocasionales, si fuera posible comprarían solo veinte pesos, “mejor cooperamos para otras caguamas”, dicen. No es como el tabaco que te produce ansiedad y dondequiera lo compras, que tal sufren los adictos si no le dan aunque sea una calada. No les importa que los cigarros sueltos que venden los chamules en el centro histórico sean piratas, tan insensible es el paladar de sus hocicos. Si algo caracteriza la época estudiantil es la magia con que se estira el pobre estipendio. Aprendes a vivir con carencias. Luego entonces, los estudiantes no son los clientes favoritos de los dílers, a no ser uno que empiece y los precise y aun así el porcentaje de ellos que se pachequea es reducido comparado con los que se embrutecen con alcohol o tienen el hábito de fumar tabaco de quinta. Lo menciono porque aún existe la creencia de que el mercado de las drogas afecta principalmente a los más jóvenes, los más “inocentes”. En la televisión local hace poco dieron la noticia de que agarraron “in fraganti” a unos envenenadores con más de 400 grapas, “que bueno, así la droga ya no llegara a los chaparritos oaxaqueños” dijo el imbécil conductor ante la mirada borreguil de su compañera. Le faltó decir que únicamente les llegara su estupídísima programación televisiva, pa´ que quieren más viaje.


Pienso que pocas veces hay mérito alguno por tener un necte. Si andas en esto de las drugs, ya consumes y sobre todo, tienes con que pagarlas, las obtendrás, sea por interpósita persona –lo más común-, sea por tu propia improvisación. ¿Quién desea a los intermediarios? ¿A quién no lo han pasado al baile después de búsquedas frenéticas tras un pinche gallo o un periquillo sarmiento? Porque si de repente se te antoja será más alto el precio que tendrás que pagar en la cadena de consumo, por no pertenecer al mundo que es por sí solo el de los drogadictos. Un mundo maravilloso si pudiéramos verlo solo como una metáfora, dijera un gurú. Los usuarios queremos bueno, bonito y barato valiéndonos madres las matanzas y la ilegalidad y, ¿cuándo se ha visto que tengamos esa fidelidad de los tornillos hacia las tuercas para con un diler? Quien sabe porque pero a uno le gusta conocer a la mayor cantidad posible de ellos, por si un día se ofrece, o sepa la madre para qué; pues al fin y al cabo (pensamos) así se vive en México y como le hace notar Bourroughs en una carta al gran pacheco que fue Ginsberg, siempre habrá imbéciles que piensen que llevar un negocio turbio te hará rico ipso facto, cuando lo cierto es que acarrea más dificultades que un negocio cualquiera. El mundo laboral de servidumbre oaxaqueño con sus ridículos salarios ha contribuido al aumento de dilers que no pertenecen a la delincuencia organizada ni quieren saber nada de ella, y que tampoco lo hacen muy a sus anchas, como antes. Los ejecutados en todo el estado por el terrible cartel por la osadía de andar chapulineando en exceso han sido varios.

El hecho de haber visto o escuchado el infierno que han padecido conocidos no nos inmuniza ante nuevas adicciones. Una muerte por pasón ha de ser cosa de locos. Digo, para el que la está presenciando. Como en alguna fase del amor, la adicción solo se transforma. Hoy sería incapaz de decirle a un amigo “inténtalo, te gustará”. Y sin embargo, que fortaleza la de aquellos que después de foquear cristal o arponearse heroína son capaces de decir simplemente “No”.

De las maneras de conectar y no encabronarse en el intento.
Usualmente al comprar uno no puede regatear, ni ver la mercancía, ni hacerla de pedo como en el mercado. Al diler no le importas tanto –los que desean entrar a su redil hacen cola- y seamos sinceros, tu tampoco das un carajo por él. A diferencia de cualesquier mercachifle, no requiere ni sentido mercantil ni ese talento para mezclar amistad y trabajo que hacen a todo buen vendedor, como decía Conrad. Es conveniente pues, al notar una calidad que te satisfaga, comprar a lo tosco, como cuando compras en Sam´s, porque en el caso de la mota, que es el que nos ocupa, no he conocido vendedor que ofrezca siempre la misma calidad, que varía según la temporada, la disponibilidad y el humor con que te despache. La “guerra al narco” elevó su precio y accesibilidad. Lejos la época dorada en que por un tostón te daban dos o tres colas de rata con pelo rojo. Hoy, un venado, cien pesos, son los mismos 25 a 35 gramos, dependiendo del diler, con los que lías de 10 a 15 churros, un poco más caro que fumar cigarrillos, y vamos, no tiene caso fumarte diez quesitos en un día, por muy huevón y ocioso que andes (aunque en el camino uno conoce casos extraordinarios). En California eran cien dólares, aunque de una calidad superior, aquí aún estamos en un paraíso. No hablo de vivir en Ocotlán o Miahuatlán, sino en la capital, allá el precio se reduce a la mitad, nomás hay que buscar quien te haga el paro y traérsela. Nomás. La triangulación es simple: el productor la vende a un intermediario que a su vez hace lo propio a veces duplicando el precio al chapulín que lo distribuye en las calles. Es decir, el precio mínimo se triplica del campo a tus pulmones. Así es el comercio, una comida insípida te puede costar hasta ocho veces en el Bar Jardín; una chela en la Casa del Mezcal cuadruplica su precio. Pa´ que te digo de un libro, si yo los vendo. De una coca cola no me quiero ni imaginar cuánto dinero nuestro se han embolsado porque, ¿Quién quiere dejar de saborearla? Es difícil de erradicar este tipo de narcomenudeo ya que cada vez son menos los lugares fijos para comprar y los dilers cambian constantemente de dirección y número telefónico y suelen retirarse en un par de años y dejar la vacante al que sigue. Si bien es cierto que a veces se encuentra correteada, al ser nuestro estado productor mínimo hallarás un guarumazo, ya sabes que en la eriza la peor mota es la que no hay. No consigues solo que seas foráneo (exceptuando a los gringos) o un pendejo negligente o un misántropo.

Del importante uso del pulgar oponible cuando conectamos en la calle.
Las narcotienditas se cuecen aparte. Tener la confianza de llegar a un domicilio y tomarse su tiempo, charlar yprenderse, también. De preferencia, dinero en la mano, no cometas la tontería de sacar tu cartera a la mera hora y encima, no traer cambio. Los más avezados hacen tres o hasta cuatro dobleces al billete, y lo entregan al saludar aldiler con ese muy maricón saludo chilango que nos apropiamos y que consiste en un saludo de manos seguido de un choque de puños. Lo “permitido” portar son cinco gramos, unos dos churros normales. ¿Para qué llevar más de diez? Cada grifo debe apañárselas por su cuenta, no está la situación como para andar de farolón presumiendo la mucha mota que fumas o traes contigo. Hay dilers que no te contestan si desconocen el número, son los menos, pero tómalo en cuenta. Hay otros que laboran por horarios y hasta citas, ellos sabrán el porqué, uno tiene queadecuarse a su modus operandi. Uno del tipo de los quisquillosos dejó de contestarme porque siempre llegaba cinco o diez minutos tarde. Lo que escribió el gurú Bourroghs acerca de que el diler siempre te puede hacer esperar y no viceversa aún sigue vigente. De preferencia memoriza su número y no menciones o escribas algo vía mensaje del tipo “quiero cien de material” o “a mi conejo se le acabó la alfalfa”, no seas balcón, ellos saben para que los llamas y únicamente te darán instrucciones. En tus contactos no lo tengas por su apodo o nombre, invéntale uno que solo sepas tú. Recuerda que es tu necte, no aplica eso de “que harían los médicos sin sus enfermos”. Una ocasión, justo después de hacer el clandestino toma y daca, le dije al Zucaritas en tono zalamero mientras palpando el cilindro de moís lo entuzaba en un lugar seguro: “Chale pinche valedor, cada vez das menos”. “Pues si pendejo, ni modos que te dé más”, fue su inmediata y salomónica respuesta. Si serás estúpido, me dije para mis adentros, como hago todos los días al reflexionar las frases que salen de mi boca: ¿Cuándo se ha visto en este mundo mercantil que a mayor oferta haya una disminución de precios? Cuando tengas la desgracia de ser detenido con algo-dón lo primero que hace el policía ministerial colmilludo es buscar el contacto telefónico en tu registro de llamadas. Así van formando su archivo de números. Su tecnología ya les permite intervenir llamadas y tal como siguen las cosas, en un futuro cercano facilitaran su labor y la droga ya no llegará a tus hijos. Prevalecerá, qué duda cabe, la vergüenza y estupidez humana. Y la televisión.
ALEJANDRO GG.


Noche de Marais
Avanzo en medio de un viento helado -que parece empujar la piel hacía los huesos- en busca de un salón de baile donde la música latina haga más confortable la invernal noche parisina.

Minutos antes, degustaba un aromático vino tinto en una galería a espaldas del museo Pompiduo; después de varias copas, la euforia etílica eleva la temperatura corporal y me anima a recorrer el famoso barrio Le Marais.

De espíritu aristócrata, Le Marais es una de las zonas más antiguas de todo París, donde abundan joyas arquitectónicas del siglo XIII, judíos; homosexuales, sexshops; restaurantes, salones de baile; prostitutas y narcomenudistas; un espacio de semitolerancia en una de las urbes más visitadas de Europa.

Ubicado entre el cuadrante III y IV, la parte baja de algunos de los emblemáticos edificios del Marais son espacios para el lívido, la gula y el placer de aquellos que buscan penetrar las partes blandas del París nocturno.

En la madrugada, la gente se desplaza en bicicleta como cualquier día veraniego; otros beben en cafés y bares; unos cuantos fuman a placer.

Camino y entre el viento congelado se percibe la mezcla del tabaco con el agridulce sabor del hachís marroquí, un artículo de primera necesidad entre los habitantes de esta ciudad.

Diseminados entre las terrazas y los lugares permitidos para encender cigarrillos, los fumadores de hachís se sumergen en extensas pláticas no exentas de risas, cordialidad y empatía.

Algo similar sucede en otra urbe cosmopolita de habla francófona: Québec, Canadá.

Saint Laurent es la avenida principal, durante el día se mantiene perfumada de un penetrante aroma a flora de cáñamo. Y sobre todo en la Rue Saint Catherine el aroma es más penetrante.

Restaurantes chinos, pizzerías, table dance y un sin fin de espacios que, junto con el alcohol, las drogas y la música electrónica, conforman el menú para noctámbulos locales y visitantes.

En ambas partes, tanto en Le Marais como en Saint Catherine, las drogas y la prostitución son colocadas en las orillas.

Después de pasar el marasmo de centros nocturnos del Marais, arribo a una zona semivacía donde hombres y mujeres de piel oscura van y vienen de lado a lado; africanos ambos, las mujeres ofrecen sexo, los hombres gramos de hachís.

En Saint Catherine es lo mismo; mujeres negras se alquilan frente a las cabinas de las sexshops, mientras negros y árabes, escondidos entre los túneles de acceso al Metro, canjean dólares por mariguana orgánica.

Mi curiosidad me acerca con los vendedores franceses para ver la mercancía; al abrir una de sus palmas, una roca de un polen amielado que rebasaba los 30 gramos brilla entre sus manos.

En un inglés irreconocible, el dealer propone un precio, pero no hay tiempo de negociar, en la contraesquina arriba un par de patrullas que montan una especie de alcoholímetro.

Decido seguir caminando, mientras como sombras, todos desaparecen entre el ulular de las sirenas. De nuevo entro a una zona iluminada por el neón que anuncia la fiesta.

A la entrada un colombiano, vestido como reguetonero, administra el acceso; al reconocerme mexicanos me da un trato preferencial. Y después de hablarme emocionado de su periplo en la ciudad de México, sin que nadie le insinuara, de su gorra hip hopera, saca una barra de hachís y lo ofrenda en señal de camarería latina.


NARCO-VIOLENCIA MEXICANA
Muchos creen que la pesadilla comenzó un 12 de agosto de 1937 cuando el Congreso norteamericano declaró ilegal el consumo, la posesión y el comercio de la mariguana.

En esas fechas, el director del FBN (Federal Bureau of Narcotics) declaraba lo siguiente: “la mariguana conduce al pacifismo y al lavado de cerebro comunista. Fumas mariguana y probablemente mates a tu hermano. La mariguana es la droga que más violencia está causando en la historia de la humanidad”.

Después de esta fecha, fue inevitable el crecimiento del mercado negro, su expansión por toda América Latina, incluyendo México y un largo camino de muerte y dinero.

En la actualidad se vive uno de los momentos más críticos en esta guerra. El gobierno mexicano trata de ocultarlo pero la realidad sangrienta es inevitable. Frente a la violencia, ¿qué posición debe de tomar el artista? Cuando mayores son los cataclismos, surgen los movimientos culturales importantes. Ahora existen diferentes artistas que, mediante sus obras, subrayan el tema de la violencia; pero ¿qué mensaje es el adecuado?

Una simple reproducción de gustos y costumbres de la narcocultura resulta malicioso; reproducir el folklor de asesinos y delincuentes no me parece la mejor opción, sobre todo cuando esa gallardía surge del dinero y del ridículo ostentoso.

El tema del narco resulta, para el arte actual, una forma de manifestarse, con un mensaje de

compromiso con las víctimas, pero reproducir el mensaje de miedo que difunde, así como repetir su vanidoso lujo, deja un mensaje no del todo claro.

En un país donde abundan las plantas de poder se ha indagado en la creación artística a partir de estas sustancias, utilizadas anteriormente con una rigurosa ritualidad. Las plantas más conocidas en México son el peyote, loshongos alucinógenos y la semilla de la virgen, la variedad es más extensa, “México cuyo suelo engendra frutos tan prodigiosos, debe entenderse aquí como unidad espiritual antes que como unidad geográfica”, escribió Ernest Jünger, en referencia de nuestro suelo hoy bañado en sangre.

Los alucinógenos incrementan los sentidos y llevan la conciencia a zonas de la psique inexploradas; el efecto siempre depende del sitio, la edad, la educación, entre otros factores.

Existen diferentes vehículos, pero el más importante es el piloto. Las plantas de poder como entendimiento de nuestra sociedad, resultarían una herramienta extraordinaria. Las drogas necesitan un replanteamiento de sus usos y tradiciones ancestrales, no una censura de lo desconocido.

Charles Baudelaire, uno de los grandes poetas del siglo XIX, describía un episodio con marihuana de esta forma: ”el espíritu se ve transportado a ese estado de ensoñación donde no debe tardar en alcanzar la total clarividencia, donde percibe, entonces, una nueva conexión de los fenómenos del mundo y, sin duda, de tal especie que no cabe percibir con el ojo de la vigilancia ordinaria”, una muestra de lo que se puede lograr con estos vehículos sensoriales espectaculares.

Se cree que la legalización de la droga seria una solución efectiva ante toda la violencia suscitada en el país, pero, ¿qué hay de cierto en ello? Mientras México sea uno de los países más corruptos e ineficaces no parece ser la solución. Aunque no niego sería un gran paso hacía una forma distinta de enfrentarlo, donde el objetivo directo fuera la desintoxicación, integración y prevención, no sólo persecución. Se trata de un problema de salud no de seguridad. Cuando se ataque la base de la pirámide y no la punta que se sustituye fácilmente se lograran resultados de una guerra que no se puede ganar, perder, ni dejar de combatir. La ilusoria soberanía de un Estado o nación es fácilmente manejable y siempre el exterior tiene trascendencia en los problemas nacionales; teniendo al principal consumidor pasando la cerca resulta intratable una decisión de legalización.


ESCULTURA MONO SAPIENS.

El mono que no dejo, de ser mono.
¿Por qué un mono? Desde tiempos ancestrales nuestros antepasados le tuvieron respeto al mono. Un ejemplo de ello es la forma del dios mexica Ehecatl, Dios del viento; o los tres monos sabios situados sobre los establos del santuario de Toshogu en Japón.

El mono es un símbolo de nuestro origen, señal de nuestra animalidad. ¿Pero qué tan cierta es nuestra evolución? En su libro sobre la certeza, escrito por austriaco Ludwig Wittgenstein, señala: "Quiero considerar aquí a los seres humanos como animales; como un ser primitivo al que le suponemos instinto pero no razonamiento. Como una criatura en un estado primitivo. Cualquier lógica es suficientemente buena como medio de comunicación para un primitivo, no debemos avergonzarnos de ello. El lenguaje no deriva de un proceso de razonamiento".

Las aseveraciones que hace Wittgenstein sobre como los humanos aprenden, son tan radicalmente diferentes de cualquier tradición filosófica que ha llegado a ser criticado severamente. Lo innegable es que no entenderemos la naturaleza del conocimiento hasta no comprender cómo la inteligencia humana se desarrolla a partir del instinto animal.

En tiempos donde el discurso artístico supone importar por encima de las formas y ha optado por olvidar la afirmación aristotélica de imitador de la realidad, todo parece centrarse en el arte como expresión subjetiva, pero nosotros defendemos que entre el contenido de la obra y su conceptualización debe existir un equilibrio.

Nuestra escultura tiene múltiples significados e interpretaciones; su objetivo no es enrarecer ni encriptar el mensaje, sino propiciar el diálogo mediante la obra.

Como creadores estamos en una constante búsqueda. Tenemos la obligación de recapitular antes de crear.

En ese sentido, este simio de tres metros de altura, realizada con aerosoles es un espejo donde la basura tóxica producida por grafiteros pero también generada por gente común que usa las latas de pintura con diferentes fines, nos muestra -de manera figurativa- la animalidad humana al contaminar su entorno, la cual se pasea a diario por nuestras calles.

Nuestra escultura de mil quinientos botes de aerosol es un registro urbano que invita a reflexionar sobre cómo, a partir del desecho, se puede re-construir el paisaje y mostrar la capacidad inagotable del hombre por renovarse.

El uso de la basura como material artístico no es nuevo, lo utilizamos para mostrarnos como parte activa del problema y encontrar nuestra fuente creativa en la reutilización de nuestros propios desechos.

El mundo ahora es un bazar y, las grandes empresas han logrado acaparar un gran número de mercados, dejándonos como los principales productores de basura.

En la actualidad el deseo humano está enfocado al desarrollo tecnológico, a cambio de sus ventajas estamos empeñando nuestros preciados recursos naturales.

Más que sentarnos y señalar todo lo que está al alcance de nuestros sentidos, gracias a la tecnología, es hora de tratar de nivelar la balanza.

Este personaje está sentado como nuestros ancestros; al señalar el horizonte trata de descifrar la encrucijada que nosotros mismos hemos creado.

“¡Desdichada la raza que no hace un alto en la encrucijada antes de proseguir su ruta; que no siente la heroica necesidad de justificar su destino, de volcar claridades sobre su misión en la tierra!”, parece recordarnos José Ortega y Gasset.

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