jueves, agosto 11, 2011

PENÉLOPE EN LA PRENSA



CARTEL/PRESENTACIÓN FANZINE Y MONO SAPIENS


PENÉLOPE # 11 "NARCOTRAFICO Y PROYECTO MONOSAPIENS"

GRÁFICA...





TEXTOS...



EDITORIAL.
La relación entre el hombre y los demonios vegetales es milenaria. Podríamos decir que la cultura prehispánica, de la cual nos sentimos tan orgullosos, fundamenta gran parte de su cosmovisión en el consumo de las plantas de los dioses.
Es el mismo caso de toda Latinoamérica, región junto con México, beneficiadas por la naturaleza con una variada flora sicotrópica.

El desierto mexicano resguarda un cactus repleto del alcaloide conocido como Peyote y, recientes investigaciones señalan que por la savia del árbol conocido como Tepezcohuite -endémico de nuestro país- corre el potente y espiritual DMT.

Oaxaca, en ese mapa sicodélico, es una meca para los psiconautas, debido a que es el santuario de enteógenoscomo el Hongo psilocibe y la Salvia Divinorum.

Pero en el siglo XIX está comunión se ve trastocada y se convierte en un problema para las sociedades occidentales, cuando su consumo sale de su ritual colectivo y de lo culturalmente normado, para insertarse en las prácticas propias de las nacientes urbes modernas industrializadas.

La drogadependencia es un fenómeno contemporáneo en las sociedades urbanas donde el placer es un tema prácticamente olvidado, reprimido y comercializado, señala la antropóloga argentina María Isabel Menéndez; es un tema de los límites de la libertad y la esfera privada, por lo tanto del control y del biopoder del Estado sobre sus gobernados.

La antropóloga recuerda el edicto de Freud donde señala la función que tiene la droga en la sociedad actual, de acuerdo al padre del sicoanálisis, habitual consumidor de cloruro de cocaina.

"La vida, como nos es impuesta, resulta gravosa: nos trae hartos dolores, desengaños, tareas insolubles. Para soportarla no podemos prescindir de calmantes ... Los hay, quizá, de tres clases: poderosas distracciones, que nos hagan valuar en poco nuestra miseria; satisfacciones sustitutivas, que la reduzcan, y sustancias embriagadoras, que nos vuelvan insensibles a ellas. Algo de este tipo es indispensable”.

Ante tal receta es importante preguntarse si la droga, en alguna de sus múltiples presentaciones: cápsula, polvo, cristalizada, líquida, y consumida en todas los estratos sociales, es la causante del debacle moral en el que se encuentra nuestra realidad local y global.

Si así fuera, en México es poco claro cuáles son las instituciones que abordan las causas sociales del consumo y tráfico de drogas, y qué acciones se están llevando a cabo para rebasar el ámbito policiaco y enfocarse en el desarrollo social, la educación, la libertad y los derechos humanos, en especial de los jóvenes, que les permitan tener información sobre el uso y consumo de sustancias prohibidas por la moral occidental.

Con la instalación de las mercancías de todo tipo circulando en un mercado mundial y el desarrollo de los medios de comunicación difundiendo su existencia, las drogas se convirtieron en una mercancía más, dependientes de la oferta y la demanda.

Y el sector juvenil no es un mercado menor. En todo el mundo hay una población de mil 800 millones de jóvenes, la cifra más alta en la historia de la humanidad, reporta el Fondo de Población de Naciones Unidas, UNFPA.

Pero más de 200,000, en su mayoría entre 17 y 35, mueren cada año en nuestra aldea global por consumo de drogas, documenta Antonio Mazzitelli, representante Regional de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito, UNODC.

Además, del total de la población mundial juvenil de entre 15 y 24 años, el 87 por ciento vive en países en desarrollo.

México es uno de esos países, donde los jóvenes ahora cargan con el estigma de NINIS, (ni trabajo ni estudio), ocupando el primer lugar…pero en el desempleo y el subempleo.

En la guerra calderonista aproximadamente mil 226 jóvenes han fallecido, mientras que el incremento de la tasa de homicidios en los estados del norte se ha multiplicado, especialmente en el segmento de 15 a 17 años, denuncia la Red por los Derechos de la Infancia en México (Redim).

Para evitar esta tragedia, ¿cuál es la política pública del gobierno calderonista?; ¿deben prohibirse las drogas o prohibirse ser joven, tener deseo de llegar a sus propias conclusiones y decisiones del mundo que habita; rasgar la tela de la razón, percibir los distintos niveles de la realidad y los placeres producidos por los sentidos?

Sin embargo, a pesar de las múltiples batallas que la juventud ha dado en la lucha por sus derechos, algunas de ellas ganadas, aún siguen siendo escasos los espacios de encuentro, intercambio y organización que cede el Status Quo.

Es importante recordar que la guerra contra las drogas es una cruzada moderna emprendida por los Estados Unidos y secundada por todos los gobiernos que encuentran en este tema la forma idónea de ejercer la represión, la dominación y el poder sobre sus pueblos, y negar su responsabilidad e incapacidad para construir los marcos regulatorios para el uso y consumo de sustancias provocadoras de alteridad.

Amenazado por la transformación social gestada principalmente por jóvenes estadounidenses que exigían libertades civiles durante los años 60 y 70, el presidente Richard Nixon decide declararle la guerra a las drogas, y de alguna manera, también a la culturas juveniles urbanas.

Fue un 17 de junio de 1971, este año se cumplieron 40 años, organizaciones civiles y gubernamentales mundiales decidieron dar un certero diagnóstico: FRACASO TOTAL.

“Después de 40 años tenemos evidencia de que la estrategia actual no sólo no funciona, sino hasta empeora la situación”, declaró Coletta Youngers, consultora del Consorcio Internacional sobre Políticas de Drogas, (IDPC).

Desde entonces, señala IDPC, dicha guerra ha fracasado en disminuir el consumo, frenar el cultivo de plantas destinadas al mercado negro y reducir su tráfico. En cambio, las políticas de drogas a nivel regional han marginado a los consumidores, reprimido a los agricultores y abrumado a los sistemas de justicia, afirman 74 organizaciones en el continente con experiencia en el tema.

Fueron los jóvenes quienes detonaron el proceso democrático en nuestro país; son la principal fuerza social que empuja la llamada Revolución del Jazmín, en Medio Oriente, y los principales militantes del movimiento de Los indignados en Europa; reconocerse como parte de ese espíritu es aceptar el aquí y ahora de nuestro destino.


EL ACCESO A LAS DROGAS EN OAXACA.
El consumo de drogas aumenta en México año tras año, solapado por las altas esferas del poder nacional y norteamericano, quien lo duda. Por tanto, mientras a ellos no se les dé la gana, una legalización parece muy lejana, aunque personajes tan disimiles como Paul Volcker, George Schultz, Kofi Anan, Vargas Llosa o Fuentes la han sugerido y explicado sus motivos. El factor genético del usuario es relevante pero al parecer lo es aún más el emocional. Hoy día es tema en boga, así que sin esperanza ni temor veremos que nos dicen los expertos, aunque la verdad no existe un perfil típico ni aún en los usuarios de cannabis. La mayoría no son homogéneos, como tramposamente quieren hacérnoslo creer los anuncios de tv.

De los conectes.
Lugares comunes para conectar han sido los campus universitarios públicos y privados porque existirán estudiantes yonquis y emprendedores narcopoquiteros que facilitarán el acceso a sus pares tímidos y poco audaces. Y si no los hay, el vendedor de la calle conocerá a algún listo o movido –ése que tradicionalmente reúne la vaquera- que mediará como corre-ve-y-dile; y a él y solo a él, como mandan los cánones, le venderán. Hace diez años era difícil conseguir LSD y ya no digamos MDMA -incluso para el yonqui más tenaz- pero había mota circulando en C.U y no muy lejos nectes de negra, piedra y perico. El problema ya existía entonces y aún existe hoy solo que con ligeros matices (consumir drogas duras en C.U es para los más intrépidos ya). Por ejemplo, algún hijo de vecino puede conseguirte papeles y tracas. En las pseudo raves es también sencilla su adquisición ya que estos jóvenes tiradoresdesconocen el recelo que le es propio a sus colegas más veteranos. Debido a esta facilidad para adquirirla sin intermediarios se han multiplicado los vendedores ocasionales. Estas drogas sintéticas son más poderosas, de mayor alcance y duración y relativamente más fáciles de conseguir que las drogas “naturales”. Son también menos adictivas, no vas a querer andar en viaje ácido todos los días. Yo diría que son las preferidas de los oaxaqueños más jóvenes. Fumar un porro para la mayoría de ellos es mero trámite para una sensación mayor, un fumar porque los demás lo hacen, o porque hay. Tal desdén es comprensible si fueron esas drogas sintéticas las primeras que probaron. La mariguana no dejará de ser menospreciada por los consumidores ocasionales, si fuera posible comprarían solo veinte pesos, “mejor cooperamos para otras caguamas”, dicen. No es como el tabaco que te produce ansiedad y dondequiera lo compras, que tal sufren los adictos si no le dan aunque sea una calada. No les importa que los cigarros sueltos que venden los chamules en el centro histórico sean piratas, tan insensible es el paladar de sus hocicos. Si algo caracteriza la época estudiantil es la magia con que se estira el pobre estipendio. Aprendes a vivir con carencias. Luego entonces, los estudiantes no son los clientes favoritos de los dílers, a no ser uno que empiece y los precise y aun así el porcentaje de ellos que se pachequea es reducido comparado con los que se embrutecen con alcohol o tienen el hábito de fumar tabaco de quinta. Lo menciono porque aún existe la creencia de que el mercado de las drogas afecta principalmente a los más jóvenes, los más “inocentes”. En la televisión local hace poco dieron la noticia de que agarraron “in fraganti” a unos envenenadores con más de 400 grapas, “que bueno, así la droga ya no llegara a los chaparritos oaxaqueños” dijo el imbécil conductor ante la mirada borreguil de su compañera. Le faltó decir que únicamente les llegara su estupídísima programación televisiva, pa´ que quieren más viaje.


Pienso que pocas veces hay mérito alguno por tener un necte. Si andas en esto de las drugs, ya consumes y sobre todo, tienes con que pagarlas, las obtendrás, sea por interpósita persona –lo más común-, sea por tu propia improvisación. ¿Quién desea a los intermediarios? ¿A quién no lo han pasado al baile después de búsquedas frenéticas tras un pinche gallo o un periquillo sarmiento? Porque si de repente se te antoja será más alto el precio que tendrás que pagar en la cadena de consumo, por no pertenecer al mundo que es por sí solo el de los drogadictos. Un mundo maravilloso si pudiéramos verlo solo como una metáfora, dijera un gurú. Los usuarios queremos bueno, bonito y barato valiéndonos madres las matanzas y la ilegalidad y, ¿cuándo se ha visto que tengamos esa fidelidad de los tornillos hacia las tuercas para con un diler? Quien sabe porque pero a uno le gusta conocer a la mayor cantidad posible de ellos, por si un día se ofrece, o sepa la madre para qué; pues al fin y al cabo (pensamos) así se vive en México y como le hace notar Bourroughs en una carta al gran pacheco que fue Ginsberg, siempre habrá imbéciles que piensen que llevar un negocio turbio te hará rico ipso facto, cuando lo cierto es que acarrea más dificultades que un negocio cualquiera. El mundo laboral de servidumbre oaxaqueño con sus ridículos salarios ha contribuido al aumento de dilers que no pertenecen a la delincuencia organizada ni quieren saber nada de ella, y que tampoco lo hacen muy a sus anchas, como antes. Los ejecutados en todo el estado por el terrible cartel por la osadía de andar chapulineando en exceso han sido varios.

El hecho de haber visto o escuchado el infierno que han padecido conocidos no nos inmuniza ante nuevas adicciones. Una muerte por pasón ha de ser cosa de locos. Digo, para el que la está presenciando. Como en alguna fase del amor, la adicción solo se transforma. Hoy sería incapaz de decirle a un amigo “inténtalo, te gustará”. Y sin embargo, que fortaleza la de aquellos que después de foquear cristal o arponearse heroína son capaces de decir simplemente “No”.

De las maneras de conectar y no encabronarse en el intento.
Usualmente al comprar uno no puede regatear, ni ver la mercancía, ni hacerla de pedo como en el mercado. Al diler no le importas tanto –los que desean entrar a su redil hacen cola- y seamos sinceros, tu tampoco das un carajo por él. A diferencia de cualesquier mercachifle, no requiere ni sentido mercantil ni ese talento para mezclar amistad y trabajo que hacen a todo buen vendedor, como decía Conrad. Es conveniente pues, al notar una calidad que te satisfaga, comprar a lo tosco, como cuando compras en Sam´s, porque en el caso de la mota, que es el que nos ocupa, no he conocido vendedor que ofrezca siempre la misma calidad, que varía según la temporada, la disponibilidad y el humor con que te despache. La “guerra al narco” elevó su precio y accesibilidad. Lejos la época dorada en que por un tostón te daban dos o tres colas de rata con pelo rojo. Hoy, un venado, cien pesos, son los mismos 25 a 35 gramos, dependiendo del diler, con los que lías de 10 a 15 churros, un poco más caro que fumar cigarrillos, y vamos, no tiene caso fumarte diez quesitos en un día, por muy huevón y ocioso que andes (aunque en el camino uno conoce casos extraordinarios). En California eran cien dólares, aunque de una calidad superior, aquí aún estamos en un paraíso. No hablo de vivir en Ocotlán o Miahuatlán, sino en la capital, allá el precio se reduce a la mitad, nomás hay que buscar quien te haga el paro y traérsela. Nomás. La triangulación es simple: el productor la vende a un intermediario que a su vez hace lo propio a veces duplicando el precio al chapulín que lo distribuye en las calles. Es decir, el precio mínimo se triplica del campo a tus pulmones. Así es el comercio, una comida insípida te puede costar hasta ocho veces en el Bar Jardín; una chela en la Casa del Mezcal cuadruplica su precio. Pa´ que te digo de un libro, si yo los vendo. De una coca cola no me quiero ni imaginar cuánto dinero nuestro se han embolsado porque, ¿Quién quiere dejar de saborearla? Es difícil de erradicar este tipo de narcomenudeo ya que cada vez son menos los lugares fijos para comprar y los dilers cambian constantemente de dirección y número telefónico y suelen retirarse en un par de años y dejar la vacante al que sigue. Si bien es cierto que a veces se encuentra correteada, al ser nuestro estado productor mínimo hallarás un guarumazo, ya sabes que en la eriza la peor mota es la que no hay. No consigues solo que seas foráneo (exceptuando a los gringos) o un pendejo negligente o un misántropo.

Del importante uso del pulgar oponible cuando conectamos en la calle.
Las narcotienditas se cuecen aparte. Tener la confianza de llegar a un domicilio y tomarse su tiempo, charlar yprenderse, también. De preferencia, dinero en la mano, no cometas la tontería de sacar tu cartera a la mera hora y encima, no traer cambio. Los más avezados hacen tres o hasta cuatro dobleces al billete, y lo entregan al saludar aldiler con ese muy maricón saludo chilango que nos apropiamos y que consiste en un saludo de manos seguido de un choque de puños. Lo “permitido” portar son cinco gramos, unos dos churros normales. ¿Para qué llevar más de diez? Cada grifo debe apañárselas por su cuenta, no está la situación como para andar de farolón presumiendo la mucha mota que fumas o traes contigo. Hay dilers que no te contestan si desconocen el número, son los menos, pero tómalo en cuenta. Hay otros que laboran por horarios y hasta citas, ellos sabrán el porqué, uno tiene queadecuarse a su modus operandi. Uno del tipo de los quisquillosos dejó de contestarme porque siempre llegaba cinco o diez minutos tarde. Lo que escribió el gurú Bourroghs acerca de que el diler siempre te puede hacer esperar y no viceversa aún sigue vigente. De preferencia memoriza su número y no menciones o escribas algo vía mensaje del tipo “quiero cien de material” o “a mi conejo se le acabó la alfalfa”, no seas balcón, ellos saben para que los llamas y únicamente te darán instrucciones. En tus contactos no lo tengas por su apodo o nombre, invéntale uno que solo sepas tú. Recuerda que es tu necte, no aplica eso de “que harían los médicos sin sus enfermos”. Una ocasión, justo después de hacer el clandestino toma y daca, le dije al Zucaritas en tono zalamero mientras palpando el cilindro de moís lo entuzaba en un lugar seguro: “Chale pinche valedor, cada vez das menos”. “Pues si pendejo, ni modos que te dé más”, fue su inmediata y salomónica respuesta. Si serás estúpido, me dije para mis adentros, como hago todos los días al reflexionar las frases que salen de mi boca: ¿Cuándo se ha visto en este mundo mercantil que a mayor oferta haya una disminución de precios? Cuando tengas la desgracia de ser detenido con algo-dón lo primero que hace el policía ministerial colmilludo es buscar el contacto telefónico en tu registro de llamadas. Así van formando su archivo de números. Su tecnología ya les permite intervenir llamadas y tal como siguen las cosas, en un futuro cercano facilitaran su labor y la droga ya no llegará a tus hijos. Prevalecerá, qué duda cabe, la vergüenza y estupidez humana. Y la televisión.
ALEJANDRO GG.


Noche de Marais
Avanzo en medio de un viento helado -que parece empujar la piel hacía los huesos- en busca de un salón de baile donde la música latina haga más confortable la invernal noche parisina.

Minutos antes, degustaba un aromático vino tinto en una galería a espaldas del museo Pompiduo; después de varias copas, la euforia etílica eleva la temperatura corporal y me anima a recorrer el famoso barrio Le Marais.

De espíritu aristócrata, Le Marais es una de las zonas más antiguas de todo París, donde abundan joyas arquitectónicas del siglo XIII, judíos; homosexuales, sexshops; restaurantes, salones de baile; prostitutas y narcomenudistas; un espacio de semitolerancia en una de las urbes más visitadas de Europa.

Ubicado entre el cuadrante III y IV, la parte baja de algunos de los emblemáticos edificios del Marais son espacios para el lívido, la gula y el placer de aquellos que buscan penetrar las partes blandas del París nocturno.

En la madrugada, la gente se desplaza en bicicleta como cualquier día veraniego; otros beben en cafés y bares; unos cuantos fuman a placer.

Camino y entre el viento congelado se percibe la mezcla del tabaco con el agridulce sabor del hachís marroquí, un artículo de primera necesidad entre los habitantes de esta ciudad.

Diseminados entre las terrazas y los lugares permitidos para encender cigarrillos, los fumadores de hachís se sumergen en extensas pláticas no exentas de risas, cordialidad y empatía.

Algo similar sucede en otra urbe cosmopolita de habla francófona: Québec, Canadá.

Saint Laurent es la avenida principal, durante el día se mantiene perfumada de un penetrante aroma a flora de cáñamo. Y sobre todo en la Rue Saint Catherine el aroma es más penetrante.

Restaurantes chinos, pizzerías, table dance y un sin fin de espacios que, junto con el alcohol, las drogas y la música electrónica, conforman el menú para noctámbulos locales y visitantes.

En ambas partes, tanto en Le Marais como en Saint Catherine, las drogas y la prostitución son colocadas en las orillas.

Después de pasar el marasmo de centros nocturnos del Marais, arribo a una zona semivacía donde hombres y mujeres de piel oscura van y vienen de lado a lado; africanos ambos, las mujeres ofrecen sexo, los hombres gramos de hachís.

En Saint Catherine es lo mismo; mujeres negras se alquilan frente a las cabinas de las sexshops, mientras negros y árabes, escondidos entre los túneles de acceso al Metro, canjean dólares por mariguana orgánica.

Mi curiosidad me acerca con los vendedores franceses para ver la mercancía; al abrir una de sus palmas, una roca de un polen amielado que rebasaba los 30 gramos brilla entre sus manos.

En un inglés irreconocible, el dealer propone un precio, pero no hay tiempo de negociar, en la contraesquina arriba un par de patrullas que montan una especie de alcoholímetro.

Decido seguir caminando, mientras como sombras, todos desaparecen entre el ulular de las sirenas. De nuevo entro a una zona iluminada por el neón que anuncia la fiesta.

A la entrada un colombiano, vestido como reguetonero, administra el acceso; al reconocerme mexicanos me da un trato preferencial. Y después de hablarme emocionado de su periplo en la ciudad de México, sin que nadie le insinuara, de su gorra hip hopera, saca una barra de hachís y lo ofrenda en señal de camarería latina.


NARCO-VIOLENCIA MEXICANA
Muchos creen que la pesadilla comenzó un 12 de agosto de 1937 cuando el Congreso norteamericano declaró ilegal el consumo, la posesión y el comercio de la mariguana.

En esas fechas, el director del FBN (Federal Bureau of Narcotics) declaraba lo siguiente: “la mariguana conduce al pacifismo y al lavado de cerebro comunista. Fumas mariguana y probablemente mates a tu hermano. La mariguana es la droga que más violencia está causando en la historia de la humanidad”.

Después de esta fecha, fue inevitable el crecimiento del mercado negro, su expansión por toda América Latina, incluyendo México y un largo camino de muerte y dinero.

En la actualidad se vive uno de los momentos más críticos en esta guerra. El gobierno mexicano trata de ocultarlo pero la realidad sangrienta es inevitable. Frente a la violencia, ¿qué posición debe de tomar el artista? Cuando mayores son los cataclismos, surgen los movimientos culturales importantes. Ahora existen diferentes artistas que, mediante sus obras, subrayan el tema de la violencia; pero ¿qué mensaje es el adecuado?

Una simple reproducción de gustos y costumbres de la narcocultura resulta malicioso; reproducir el folklor de asesinos y delincuentes no me parece la mejor opción, sobre todo cuando esa gallardía surge del dinero y del ridículo ostentoso.

El tema del narco resulta, para el arte actual, una forma de manifestarse, con un mensaje de

compromiso con las víctimas, pero reproducir el mensaje de miedo que difunde, así como repetir su vanidoso lujo, deja un mensaje no del todo claro.

En un país donde abundan las plantas de poder se ha indagado en la creación artística a partir de estas sustancias, utilizadas anteriormente con una rigurosa ritualidad. Las plantas más conocidas en México son el peyote, loshongos alucinógenos y la semilla de la virgen, la variedad es más extensa, “México cuyo suelo engendra frutos tan prodigiosos, debe entenderse aquí como unidad espiritual antes que como unidad geográfica”, escribió Ernest Jünger, en referencia de nuestro suelo hoy bañado en sangre.

Los alucinógenos incrementan los sentidos y llevan la conciencia a zonas de la psique inexploradas; el efecto siempre depende del sitio, la edad, la educación, entre otros factores.

Existen diferentes vehículos, pero el más importante es el piloto. Las plantas de poder como entendimiento de nuestra sociedad, resultarían una herramienta extraordinaria. Las drogas necesitan un replanteamiento de sus usos y tradiciones ancestrales, no una censura de lo desconocido.

Charles Baudelaire, uno de los grandes poetas del siglo XIX, describía un episodio con marihuana de esta forma: ”el espíritu se ve transportado a ese estado de ensoñación donde no debe tardar en alcanzar la total clarividencia, donde percibe, entonces, una nueva conexión de los fenómenos del mundo y, sin duda, de tal especie que no cabe percibir con el ojo de la vigilancia ordinaria”, una muestra de lo que se puede lograr con estos vehículos sensoriales espectaculares.

Se cree que la legalización de la droga seria una solución efectiva ante toda la violencia suscitada en el país, pero, ¿qué hay de cierto en ello? Mientras México sea uno de los países más corruptos e ineficaces no parece ser la solución. Aunque no niego sería un gran paso hacía una forma distinta de enfrentarlo, donde el objetivo directo fuera la desintoxicación, integración y prevención, no sólo persecución. Se trata de un problema de salud no de seguridad. Cuando se ataque la base de la pirámide y no la punta que se sustituye fácilmente se lograran resultados de una guerra que no se puede ganar, perder, ni dejar de combatir. La ilusoria soberanía de un Estado o nación es fácilmente manejable y siempre el exterior tiene trascendencia en los problemas nacionales; teniendo al principal consumidor pasando la cerca resulta intratable una decisión de legalización.


ESCULTURA MONO SAPIENS.

El mono que no dejo, de ser mono.
¿Por qué un mono? Desde tiempos ancestrales nuestros antepasados le tuvieron respeto al mono. Un ejemplo de ello es la forma del dios mexica Ehecatl, Dios del viento; o los tres monos sabios situados sobre los establos del santuario de Toshogu en Japón.

El mono es un símbolo de nuestro origen, señal de nuestra animalidad. ¿Pero qué tan cierta es nuestra evolución? En su libro sobre la certeza, escrito por austriaco Ludwig Wittgenstein, señala: "Quiero considerar aquí a los seres humanos como animales; como un ser primitivo al que le suponemos instinto pero no razonamiento. Como una criatura en un estado primitivo. Cualquier lógica es suficientemente buena como medio de comunicación para un primitivo, no debemos avergonzarnos de ello. El lenguaje no deriva de un proceso de razonamiento".

Las aseveraciones que hace Wittgenstein sobre como los humanos aprenden, son tan radicalmente diferentes de cualquier tradición filosófica que ha llegado a ser criticado severamente. Lo innegable es que no entenderemos la naturaleza del conocimiento hasta no comprender cómo la inteligencia humana se desarrolla a partir del instinto animal.

En tiempos donde el discurso artístico supone importar por encima de las formas y ha optado por olvidar la afirmación aristotélica de imitador de la realidad, todo parece centrarse en el arte como expresión subjetiva, pero nosotros defendemos que entre el contenido de la obra y su conceptualización debe existir un equilibrio.

Nuestra escultura tiene múltiples significados e interpretaciones; su objetivo no es enrarecer ni encriptar el mensaje, sino propiciar el diálogo mediante la obra.

Como creadores estamos en una constante búsqueda. Tenemos la obligación de recapitular antes de crear.

En ese sentido, este simio de tres metros de altura, realizada con aerosoles es un espejo donde la basura tóxica producida por grafiteros pero también generada por gente común que usa las latas de pintura con diferentes fines, nos muestra -de manera figurativa- la animalidad humana al contaminar su entorno, la cual se pasea a diario por nuestras calles.

Nuestra escultura de mil quinientos botes de aerosol es un registro urbano que invita a reflexionar sobre cómo, a partir del desecho, se puede re-construir el paisaje y mostrar la capacidad inagotable del hombre por renovarse.

El uso de la basura como material artístico no es nuevo, lo utilizamos para mostrarnos como parte activa del problema y encontrar nuestra fuente creativa en la reutilización de nuestros propios desechos.

El mundo ahora es un bazar y, las grandes empresas han logrado acaparar un gran número de mercados, dejándonos como los principales productores de basura.

En la actualidad el deseo humano está enfocado al desarrollo tecnológico, a cambio de sus ventajas estamos empeñando nuestros preciados recursos naturales.

Más que sentarnos y señalar todo lo que está al alcance de nuestros sentidos, gracias a la tecnología, es hora de tratar de nivelar la balanza.

Este personaje está sentado como nuestros ancestros; al señalar el horizonte trata de descifrar la encrucijada que nosotros mismos hemos creado.

“¡Desdichada la raza que no hace un alto en la encrucijada antes de proseguir su ruta; que no siente la heroica necesidad de justificar su destino, de volcar claridades sobre su misión en la tierra!”, parece recordarnos José Ortega y Gasset.

miércoles, agosto 10, 2011

INTERVENCIÓN CURTIDURIA












PENÉLOPE # 10 "GRAFFITI".

“Basta a veces con mirar de otro modo para mirar mejor”
Paul Virilio
Samuel Mesinas

Hacia el final de la borrachera bicentenaria del 2010, de manera casi invisible y efímera, los inmuebles urbanos de la Ciudad de México cambiaron de piel. Durante 30 días, los parabuses pasaron de ser un simple proyector de imágenes hiperfetichizadas, a cajas lumínicas para dislocar el panorama visual cotidiano.
Demián Flores, de La Curtiduría y Peatonal, decidimos resemantizar el uso de estos espacios al generar en ella una galería efímera que permitiera al transeúnte reapropiarse de la panorámica de su desplazamiento y estimulara a los artistas a repensar su relación con el Espacio Público y la Ciudad de México.
Se invitó a 10 curadores, ellos convocaron a 100 artistas para realizar Caligrafías 10 x 10; propuesta que aborda transformaciones sustantivas en la comprehensión del uso de los medios de comunicación masiva y la gráfica.
Los artistas entregaron dos imágenes, una para la caja de serigrafías que propusimos como memoria gráfica y acervo, la cual se montó en diciembre del 2010 en el Museo de la Ciudad de México, ahora se encuentra en El IAGO.
La segunda fue para montarla- en forma de plotter- en 100 parabuses, ubicados en las principales avenidas capitalinas, como parte de un proyecto de arte contemporáneo que explora la ciudad y sus dinámicas de comunicación urbana; la calle y los sistemas de transporte público como escenarios insuperables de la interacción social. Ambas exposiciones, arrancaron simultáneamente, en el museo y en el espacio público.
El objetivo era subrayar la importancia de cómo la fusión de los medios analógicos y digitales están provocando nuevos modos de hacer globalidad y de representación social; así como estimular las subjetividades e imaginarios urbanos alrededor de temas como velocidad e imagen; ambas, apartados indispensables en la construcción, percepción y concepción, de la ciudad global.
Es necesario replantear la cultura y la sociedad en un contexto de flexibilización laboral, explosión demográfica y nuevas tecnologías, porque estos fenómenos transforman la ciudad como territorio de pertenencia y alteran e intensifican las dinámicas metropolitanas, interviniendo y reformulando los procesos de producción de subjetividad y los modos en que se conforma la identidad en el espacio público capitalino.
Por aquellos días, mientras buscaba los 100 parabuses intervenidos para fotografiarlos entre avenidas bastante disímbolas entre sí, Tlalpan, Pantitlan, San Cosme, Reforma, Canal de Tezontle, Copilco, encontré algunos peatones retratándose con su fotocelular al lado del parabús; en otras ocasiones, la gráfica y los usuarios se fundían en el paisaje creando otra imagen con propia poética.
Mientras continuaba con mi recorrido, los insidiosos cuestionamientos de Paul Virilio en su frenético ensayo La Liberación de la Velocidad, parecían luces que anunciaban la noche.
¿Estamos en presencia de un fetichismo de la óptica o, más exactamente de la electroóptica? ¿Debemos apartar nuestra mirada, observar tímidamente de soslayo, evitando la abusiva focalización propuesta? Preguntas todas que no conciernen únicamente a la estética, sino a la ética de la percepción contemporánea, cuestiona Virilio.

“La visión ya no es la posibilidad de ver, sino la imposibilidad de ver”, completa el videasta Gary Hill, como refiriéndose a la fachada de manchones de aerosol, carteles, anuncios colocados en postes, espectaculares, semáforos, bardas, portones, de toda la metrópoli.

Algo semejante, en los años 20, ya percibían Los Estridentistas, quienes ponen en evidencia los telégrafos, teléfonos y un paisaje campirano alterado por humeantes locomotoras, poderosos tranvías y hondas hertzianas; elementos que terminarán por convertirse en símbolos profundos de su proceso creativo.

Al igual que Los Estridentistas, es importante imaginar las posibilidades creativas que generan los elementos urbanos, en este caso la yuxtaposición de imágenes y el uso de los inmuebles tecnologizados (Parabuses) para significar el desplazamiento cotidiano y a la vez mostrar a la gráfica como una poderosa herramienta capaz de devolverle textura y volumen al tiempo actual.

Un gran número de artistas, investigadores, filósofos y comunicadores están tratando de entender las formas en cómo las transferencias tecnológicas están impactando a la sociedad, las maneras de ocupar y vivir el espacio urbano. Es innegable que velocidad condiciona y modifica nuestra percepción del medio y las actividades que llevamos a cabo, alterando la relación espacio-tiempo.

Entonces, ¿cómo construir situaciones y encuentros; cómo improvisar como acto liberador de los ritmos posfordistas? ¿Cómo se construye el arte y el espacio público en medio de la sicosis individualista que el neoliberalismo ha impuesto como ideología?, son algunas preguntas que tengo para Virilio, si logró encontrarlo en un puente peatonal contemplando la noche eléctrica del horizonte urbano chilango.

EL ÚLTIMO.
Que si Jack el destripador fue el primer graffitero, que si en Tunez durante la segunda guerra mundial, que si después de la muerte de Charlie Parker. ¿Qué historia le agrada más? Las tres tienen algo de verdad, las tres son las teorÍas que más escuché al preguntarme el origen del graffiti moderno –historia aparte la del graffiti romano que fue el primero con mensaje político-.

Yo me inclino por la última, pues si bien el graffiti es algo difícil de rastrear porque no viene en los libros de historia, la última teoría tiene tintes más artísticos. Que después de la muerte de un gran jazzista todos salgan a pintar BIRD VIVE. Me suena más agradable que los insultos anti-judíos de un asesino o los de un tunezino en plena guerra.

¿Qué significa grafitti? Si nos vamos a la Real Academia de la Lengua lo primero que nos dice es que está mal escrito, que la palabra correcta que le dieron nuestros sabios españoles sería grafitos pero es lo de menos, quién se acuerda de aquellos sabios estando tan lejos y sobre todo cuando el grafitti surge como un movimiento contestatario y contracultural que la mayoría de la veces se jacta de ir contra las reglas, es más, el simple hecho de pintar propiedad ajena nos indica su verdadero origen si es que lo tiene.

Arthur Danto nos plantea una muerte del arte, ¿existe el arte? ¿Cuándo desapareció el arte? Danto sitúa esto en una fecha concreta: abril de 1964. En una exposición del artista Andy Warhol. Ya no es pertinente preguntar si algo es o no arte, sino ¿por qué ese algo es arte? Según Danto : “Un objeto artístico puede ser cualquier cosa, que declare su pertenecia al reino del arte y que consiga el consenso suficiente para mantenerse ahí.” Suena lógico que el graffiti que tiene bases plásticas logre este consenso del cual nos habla Danto. Pero, ¿quién de nuestros grafiteros oaxaqueños logra justificar con bases estéticas su pertenencia a ésta? YO PASO, de todas formas he visto personas que con empeño e ideas- la mayor parte del tiempo inconexas- defienden la pertenecia del grafitti a un mundo del que quizá puede sacar mucho sin necesariamente pertenecer a él.

Qué hubiera pensado Empedocles al escuchar que sus 4 elementos fueron cambiados por dj mc, breakdance y graffiti ; yo creo que nada, el buen Empedocles sólo hablaba griego, no creo que entendiera a los hispanoamericanos y afromericanos que fundaron este movimiento en Nueva York en los años 60. Antes ya también había escuchado decir que la razón del grafitti es imperialista, que era orquestada toda esta nueva moda desde el pentágono y que si observabas se fue extendiendo en el mundo por las grandes películas hollywoodenses que retrataban a las enormes urbes, Nueva York, Chicago, Los Ángeles llenas de grafittis. Su explicación del por qué era más sencilla aún, para mover la industria de la pintura para que siempre tengamos muros sucio y al mismo tiempo gente limpiándolos , no dudo que la industria tenga algún beneficio en ello pero es risible imaginar a gente de la CIA en los estudios de grabación cuidando que los graffitis tengan una buena toma.
¿Que cómo llegó el graffiti a México y por lógica, posteriormente a Oaxaca? En el mundo actual creo que no necesita respuesta esta interrogante.

Que ¿cuántos años tiene el graffiti en esta bella ciudad oaxaqueña? No muchos respondería yo, quince si eres extricto con el grafitti tal como lo conocemos por nuestro vecino del norte, pero quién nos puede asegurar que a ningún oaxaqueño se le haya ocurrido escribir cualquier cosa en cualquier muro en los muchos años que han pasado de nuestros primeros pobladores. También podríamos llamar graffiti a las pinturas halladas en Yagul, para ser exactos en caballito blanco que son parte de un gran proyecto de la UNAM llamado LA PINTURA MURAL PREHISPÁNICA EN OAXACA, al cual siguiendo el razonamiento de mi madre deberían llamarlo: Malditos vagos pintando sus cuevas. Esto me lleva a otra pregunta ¿existe el grafitti sin comunidad? Supuestamente la comunidad es una asociación voluntaria, cuyo fin es el bien común. Respondería diciendo que poco le importa Tomás Moro y su comunidad ideal al joven de secundaria que sin saber el por qué, pinta todo muro que se le ponga enfrente.

El grafitti es instintivo nada de pienso y luego existo, en esta subcultura suele ser pinto luego existo luego veo a quien le gusta, y si les gusta repito la formula varias veces. En este sentido deberían reclamar un lugar al mundo de la artesanía, por lo repetitivo de la obra.
Abbie Hoffman tenía una frase “La revolución no es algo fijo en la ideología, ni es algo que está ligado a una década en particular. Es un proceso perpetuo ligado al espíritu humano”.
Tomando en cuenta que el graffiti no es algo fijo en el quehacer humano ni tampoco está ligado a una cierta época me atrevo a decir que es un proceso ligado al espíritu humano. ¿Cuál? Pues el rebelde. ¿cuál más?
PAUL MEIXUEIRO.


La imagen

Jaime Martínez Luna

Lo que se ve nadie lo cuestiona. Está ahí como demostración de lo certero. La imagen ilustra, identifica, dice y comunica. La imagen es lo que en la historia nos enseñaron los abuelos, la posibilidad de ser eternos. Para cualquier persona, una imagen es la suma de miles de palabras. La imagen reproduce lo que somos, en lo que estamos y en lo que imaginamos; es por ello que la historia de occidente no tiene que ver con la historia nuestra. Nosotros nos pintamos desde antes de la llegada de los blancos. La imagen es un discurso preelaborado pero sujeto a múltiples interpretaciones. Los abuelos grababan en imágenes su lenguaje, sus principios, sus valores. Es por ello que la imagen es signo de la historia. Antes de escribir pintábamos; ahora después de la escritura, nos siguen gustando los monitos. Construir por medio de la imagen es una manera directa de gravar lo que queremos y es también sustento de lo que no queremos.

Con la imagen generamos autoridad y criticamos el poder espurio. Nacemos de nosotros en la imagen como espejo cotidiano. Nos vemos, sí, pero nos damos cuenta que no estamos solos, porque el que pinta es él y con su pintura se plasman las ideas de todos. Un pintor vale en tanto relata la historia o el contexto de todos los que inyectan en el color de la energía necesaria.

La imagen graba hasta las falsedades, y el comercio ha encontrado en la imagen (la televisión) la manera más cruel de manejarnos. Pero eso nada tiene que ver con nuestra imagen, ésta debe ser entendida y reproducida por nosotros y por nuestros nietos. La imagen para nosotros es ahora y siempre, al igual que la oralidad, la fórmula de resistencia, de la reproducción de nuestros principios, en fin de lo que somos y queremos ser en el futuro.



SENSACIONES Y GRAFFITI

Itandehui Franco Ortiz

El graffiti puede ser entendido como una práctica social especifica, una acción simbólica que a su vez forma parte de una cultura, y que por lo tanto se encuentra en una relación intercultural respecto a la cultura dominante. Así mismo, el graffiti va vinculado con una experiencia estética cotidiana, de la vida diaria en las calles, entendiendo que: “la experiencia estética consiste en encontrar qué percepciones o imágenes sensibles significan emoción”. Es decir que la experiencia estética nos provoca sensaciones y emociones, que son atribuidas a determinados objetos, moldes perceptibles o acciones que causan placer y poseen un significado sensible, como lo pueden ser las pintas en las paredes.
En el graffiti puede estar inscrito en el ámbito de la urbanidad, las ciudades; lo cual consiste en consiste en un espacio fluctuante, una especie de gran magma que se reelabora día con día, un espacio de tránsito público, no sólo con encuentros sino con choques y entrecruzamientos. El graffitero deja huella sobre este gran magma, le da significado para él mismo y para su grupo mediante una estética suburbana, pues posee un propio significado alterno.
Los jóvenes graffiteros al tomar estos espacios recuperan la calle, articulándola en relaciones sociales que le dan un significado particular, se apropian del espacio y ejercitan su sensibilidad estética. Afirman su existencia y circulación por las calles, su apropiación y pertenencia a ésta, pues es donde pasan gran parte de su vida; la calle, la esquina, el barrio. La relación con la calle, la intervención sobre muros, está presente en una memoria afectiva repleta de historias. Los graffitis son más que meros “rayones y manchas” sobre un muro, son historias visuales de la sociedad, documentan situaciones y sensaciones.
Con esta forma de percibir la calle, apropiarse de ésta y plasmar parte de la esencia de cada individuo graffitero, es que existe una gran diferencia con la publicidad que sólo busca el lucro o venta de un producto, ocupando espacios en las calles y mobiliario urbano, espacios que tal vez nunca han transitado ni han hecho uso de ellos, como los camiones, vagones del metro, el transporte público.
Las ciudades pueden resultar a veces visualmente caóticas, pero la culpa de este caos suele recaer desde el discurso hegemónico en los graffitis, por la transgresión hacia una estética dominante, aplicando una estética subversiva de la vida cotidiana, pues aún el exceso no involucra la carencia de lo estético. Así pues, pueden existir diversos rincones, puertas, muebles, paredes, etc. con una saturación de tags, que podrían parecernos un enorme cuadro abstracto neobarroco, pintado a la action painting, por la necesidad de expresión sin buscar la figuración, empleando un nuevo lenguaje, un lenguaje distinto al clásico alfabeto enseñado desde la escuela primaria, rompiendo con las reglas de ortografía. La caligrafía del graffiti puede parecer un laberinto interminable, enigmático, lo cual asusta o causa terror en ciertas personas. Pareciera que carece de un sentido, más posee su propia significación.
Para poder entender al graffiti como una forma de vida, debemos entenderlo a la vez como una cultura, una práctica social donde pueden ser analizadas estructuras de significación, concibiendo la conducta humana como una acción simbólica.

La cultura del graffiti puede presentar una efectividad sumamente fuerte, formando parte integral del individuo. Un impulso hacia la vida, una forma de motivación para el joven que mediante una cultura alterna, encuentra sentido a su existencia; llegándose a volver incluso, una necesidad. 

PENÉLOPE # 9 " LA COMUNALIDAD".


EDITORIAL
Penélope al celebrar su 2° aniversario ha tratado de tener un acercamiento a la temática de “la Comunalidad”; idea gestada y desarrollada por las comunidades y teóricos indígenas, en donde la concepción del mundo es diametralmente diferente a la forma de vida y de ser del mundo occidental. En esta ocasión se tiene la posibilidad de participar y apoyarse en el espacio cultural de la curtiduría
Pero, ¿Qué es La Comunalidad? ¿Por qué la decisión de abordar esa temática? ¿Cuál es la relación que guarda La Comunalidad con el colectivo Penélope, el fanzine y espacio de La curtiduría? Para empezar, sin tratar de entrar en profundas explicaciones, pero sí con la idea de aclarar lo que queremos proponer, diremos que La Comunalidad implica una serie de conceptos que se contraponen a los principios occidentales que tienen sustento en la ideas del Estado-Nación, tales como libertad, individualidad, democracia y desarrollo, que aún imperan y rigen diferentes ámbitos de nuestra existencia, por ejemplo, se tiene la idea que la libertad individual es la capacidad que cada individuo tiene de realizar su plan de vida en el mundo, pero no en iguales condiciones y posibilidades para realizarlo, de esta manera la sociedad se convierte en un escenario de competencia entre individuos o grupos, en donde sobresalir significa vencer al otro o a los otros, en una lucha en el mercado, en el mundo profesional o en la política. Por otra parte, la idea de Democracia, es considerada como la decisión y el poder de las mayorías, el poder del pueblo, sin embargo, la colectividad únicamente es tomada en cuenta como suma fragmentaria de individualidades con intereses particulares, de ahí que las elecciones funjan supuestamente como la forma elemental de hacer democracia, se dice que democráticamente se elije un gobernante para que cuide los intereses de todos los ciudadanos cuando en realidad se imponen las convicciones y finalidades de uno o unos cuantos.. Finalmente la idea de desarrollo y progreso lineal que todo sistema y poder democrático aspira, sin lograr desligarse de las fuerzas del mercado que alientan la industria y el comercio.
En contra parte, La Comunalidad se dirige por el interés del todo, cada individuo se considera así mismo como parte integral de una totalidad, lo que afecte a ésta afecta a él, al buscarse el propio bien se busca el bien del todo, no se niega la afirmación de la propia identidad personal, sino se intenta una vía distinta de descubrir el propio yo, con la apertura a los otros, sin la cerrazón y obsesión por uno mismo.1
Es el don de servicio y no el cálculo del propio beneficio, el que hace que de La Comunalidad se generen virtudes ya casi olvidadas en nuestros tiempos como: la generosidad, el desprendimiento, la solidaridad, la humildad y la más importante de todas, la fraternidad.
La Comunalidad no sólo es concepción del mundo, sino acción-práctica estructurante del mundo de lo social, se sujeta a ciertos fundamentos, instituciones y principios. Sus fundamentos: territorio comunal, autoridad comunal, trabajo comunal y fiesta comunal. Sus instituciones: asamblea, cargos y tequio. Sus principios: guelaguetza, reciprocidad, integralidad y complementariedad. Sus valores: servicio, lo propio, gracia y armonía.2
Sin embargo, en primera instancia tenemos la idea que La Comunalidad no es exclusiva de los pueblos, ni de los teóricos indígenas, y en segunda, no es una forma de organización, ni una forma de vida totalmente estable. Por una parte, en diferentes ámbitos no indígenas podemos encontrar formas de organización y formas de vida comunales, como en los colectivos, en los barrios, en las bandas, en las clikas, en las tribus urbanas, etc., y por otra, La Comunalidad no es un fín en sí misma, sino un proceso contradictorio, que puede estar en riesgo, ya sea por el individualismo o por la presión colectiva.
Es así como consideremos que La Comunalidad es proyecto en acción concreta, sometida a la crítica individual y colectiva que tiene sus cimientos en las actividades reales que cada sujeto y que cada colectivo imprime en el día a día de su existencia. Penélope como colectivo y en su actividad de creación del fanzine, a manera de analogía comparte los fundamentos de la Comunalidad, ya que en un principio la calle fue y es el territorio compartido que se utilizó como lienzo colectivo y en donde se plasmaron de manera creativa los pensamientos, sentimientos y emociones que se tenían respecto a lo que acontecía en nuestro estado y en especial en nuestra ciudad, también el fanzine encuentra está lógica de territorio común en donde la posibilidad y el diálogo han tratado de consolidarse, ambos espacios intervenidos también gracias al trabajo comunal, ya que la participación de cada uno de los que formamos Penélope se engarzó en un trabajo compartido en cada una de las intervenciones que se hicieron en la curtiduría y en particular en cada temática que se han abordado en números pasados del fanzine. Nos hemos tratado de regir bajo una autoridad compartida, en donde no hay un poder vertical en la toma de decisiones, sino todo lo contrario hemos tratado de organizarnos de manera horizontal y flexible, en donde la toma de decisiones surjan de la participación de cada uno de los que formamos y participamos en el colectivo y en el fanzine, delegando ciertas funciones a cada uno de los integrantes, sin que por ello se pierda el sentido de unidad.

En está ocasión queremos demostrar que tanto la labor del colectivo como la creación del fanzine fungen desde la perspectiva comunal, además consideremos que el papel de la curtiduría es la de ampliar la dimensión del territorio comunal, ya que es en ese espacio donde convergen un sinnúmero de colectivos y sujetos que de manera compartida asumen un trabajo colectivo y un papel creativo, de ahí la acción que quesimos emprender en la intervención de dicho espacio sea comunal, así como la propuesta de nuestro fanzine, ya que de no haber sido por el intento de la actividad comunal, ni el colectivo ni el fanzine tuvieran existencia.


1 VILLORO, luis. De la libertad a la comunidad. Ed. FCE-ITESM. 1ª reimpresión. 2005. Pp. 22-25.

2 GUERRERO, Arturo. De tierra espiral, Comunalidad: lo cotidiano, memoria y esperanza en la sierra norte de Oaxaca. UAM-XOCHIMILCO, TESIS DE MTRÍA. EN DESARROLLO RURAL. Pp. Cxliv-ccxvii.


El valor comunal
Zenaida Pérez.

Se empieza a hablar de ello principios en la década de los 80’s con la participación de las primeras organizaciones etnopolíticas de la sierra norte de Oaxaca, mixes y zapotecos principalmente, aunque también se sumaron chinantecos. Sus impulsores principales fueron los antropólogos Floriberto Díaz Gómez, mixe de Tlahuitoltepec y Jaime Martínez Luna, zapoteco de Guelatao. Entre sus apoyos se encuentra el maestro Juan José Rendón, lingüista que hizo aportes teóricos y metodológicos sobre la comunalidad. Hoy en día suma a muchos más intelectuales de la región y fuera de ella.

La comunalidad es la base y es al mismo tiempo la aspiración de los pueblos originarios, que desde su origen está ligado al tema de la autodeterminación y autonomía basada en el principio de la ayuda mutua, el poder en manos del colectivo constituido en asamblea, la voluntad de servir gratuitamente en los cargos a la comunidad, la defensa de un territorio propio.

Podemos decir que la comunalidad es una ideología de identidad, a partir del cual debemos sumarnos y coexistir como pueblos para definir en común, nuestras aspiraciones referente a educación, salud y todo lo que implica en bien vivir.

El planteamiento de la comunidad no es una añoranza, sus fundamentos principales viven y se viven en las comunidades, aunque no se denomine como tal; por eso la tarea a las y los intelectuales jóvenes de socializar este saber con las personas de su comunidad, para valorar nuestra práctica comunal y fortalecer nuestra identidad.

En diversos escritos se menciona que el valor principal de la comunalidad es la voluntad y capacidad de donación de trabajo a la comunidad. Así en fechas recientes, cuando la prueba de la naturaleza ha rebasado las capacidades individuales, los medios de comunicación y algunas personalidades han vuelto su mirada a las comunidades y se han sorprendido de esa capacidad de las y los habitantes de un pueblo de solidarizarse con sus paisanos en desgracia, propios y extraños se admiraron de la capacidad de los pueblos de hermanarse de una manera sorprendente para sobrellevar la manifestación de la naturaleza, donde quien menos tiene en muchas ocasiones da más. Donde el apoyo no sólo se centra en el dinero, sino en la fortaleza espiritual de saber dar ánimo y contagiar valor al otro, al que parece caerse.

Se dice que a través de los medios se escribe nuestra realidad, por eso agradecemos a la naturaleza el hacer este llamado por nosotros, sólo así hemos tenido la oportunidad de demostrar que entre pueblos estamos hermanados, y que el llamado para las y los otros es que es tiempo de voltear a mirar a las comunidades, de re-valorar sus aportes positivos, es tiempo de complementarnos, para construir esos nuevos mundos. 


Oficio de Tlacuache

Arturo Guerrero

Jaime Luna advierte que en las comunidades de la Sierra Juárez, y posiblemente en otras regiones también, una imposición externa genera una resistencia interna, y este choque deriva en una adecuación, en un nuevo elemento cultural: esta es la espiral afuera de la comunalidad. Ahora bien, de la resistencia sabemos que se presenta en una infinidad de formas y matices; y que no va sola. Es decir, que los pueblos no ofrecen únicamente resistencia de algún tipo, sino también aceptación, consentimiento, igual en alta gama de matices. Y que no es uno u otro: resistencia y consentimiento se complementan en la disposición frente al Otro externo. Veamos el caso de mi compa el Marquitos.
Marquitos dice, cuando se defiende de alguien que lo quiere chamaquear, que él no es pendejo de ahora. ¿Qué tipo de defensa es esa? Podría tomarse como signo de derrota, de conformismo quizá. Porque un pendejo es alguien muy tonto, dominado, jodido. Y él, según lo implicado en su dicho, ya era pendejo desde antes.
Afirma, me parece, que el dominado también tiene una experiencia vital y que desde ahí actúa. Que el subalterno aprende en la resistencia/aceptación cotidiana. El pendejo eventual, el novato, sólo es un ordinario; pero el que ya tiene su trayectoria sabe de su condición y ha desarrollado clandestina o visiblemente estrategias y técnicas de resistencia, consentimiento y simulación, que le permiten mantener una autonomía relativa en su ámbito vernáculo, readecuándolo permanentemente. Para perdurar aún siendo un pendejo.
Con la frase de Marquitos se expresa uno de los rasgos cardinales en la actitud del serrano: su tlacuachismo. El ser que finge estar muerto para perdurar. La astucia de adecuarse a las condiciones cambiantes del entorno, articulando en lo cotidiano memoria y esperanza. La negociación y el disimulo antes que el enfrentamiento directo. Pues no se trata de incrementar la imposición externa sino de lo dejen a uno vivir tranquilo, con lo propio y los propios. El tlacuache siempre sigue su camino. Los especialistas han encontrado suficientes reproducciones de este animal en las regiones zapotecas, fechadas en el periodo Clásico (200-900dC.), como para hablar de la divinización entre los antiguos de nuestro marsupial.



CARTEL PENELOPE # 9


PENÉLOPE # 8 "AUTONOMIA Y DEMOCRACIA".









CARTEL PENELOPE # 8

PENÉLOPE # 7 "LOS SUEÑOS".


Un Pequeño en un cuento de Navidad

Arturo Guerrero


No escuché sus pasos al acercarse, pero vi en la línea de luz bajo la puerta la sombra de alguien o algo que se detenía afuera de mi pequeño cuarto de azotea. A nadie esperaba yo. Será un gato, pensé, un ave, una rata. El pasador de la puerta se comenzó a correr como si usaran una llave por fuera. Eso no podía ser, pues yo tenía la única. Imaginé un cerrajero que había estado espiándome y aprovechó por la tarde cuando salí para venir a sacar una llave y volver por la noche… No tenía sentido. Traté de cerrar otra vez el pasador con una mano mientras empujaba la puerta con el cuerpo, para impedir que quien fuera entrara. Usé todas mis fuerzas, que nunca fueron muchas. Insuficiente. La puerta se abría. Seguí empujando la hoja hasta que ésta presentaba ya un peligroso acceso. Salvo el ruido del forcejeo, nos manteníamos en silencio, sin preguntas o maldiciones mías, ni amenazas o insultos de afuera. Lejos, el murmullo de los villancicos. Por fin me asomé: era un enano. Una especie de niño envejecido y casi calvo, de sonrisa babeante. Siniestra. Con dientecillos al boleo y rotos. Me miraba.
Ya estaba el Enano con un pie dentro, no se movía, sólo su sonrisa y sus ojos temblaban, como de gusto. Se iba a meter. Al querer empujarle la cabeza, mi mano le aplastó su frente y se hundió en ella, igual que lo haría en una papaya podrida sin que le reviente la cáscara. El Enano sonreía. Fue asqueroso. Como pude logré sacarlo y cerrar la puerta. Pasé los tres cerrojos. Es raro: antes sólo había uno. Quizá llegaron en la necesidad, en mi urgencia. El punto es que cerré lo mejor que pude, echando llave doble a cada chapa y atornillando el seguro manual en un par. Como se hace en esos casos, arrimé los muebles cercanos más pesados y atranqué con ellos la puerta. El Enano seguía afuera, podía ver la sombra de sus pies: se movía intentando entrar de nuevo.
Lo mismo. De no sé qué forma logró vencer los cerrojos y abrir la puerta con todos los cachivaches que puse, incluyéndome. Nos botó, literalmente. Y se quedó ahí, en el umbral, sonriendo de pie, con la frente aguada en alto. Me levanté, haciendo a un lado el ropero y la mesita, traté de sacarlo. Sus hombros también estaban aguados, como atole de oscura grenetina. Al empujarle la cara se formó una mueca espantosa. Retiré mis manos de inmediato, caí al piso. El Enano escupió un diente y se acomodó la cara un poco, lo necesario para encuadrarse la boca y un ojo, pues el otro quedó echó bola con un cuarto de su cara.
Entró al cuarto. Despacio, mirando con curiosidad cada detalle, como un amigo al que invitamos por primera vez a cenar. Fue hasta la esquina, al rincón donde estaban apiladas unas cajas vacías. Y se metió en una. Horas después, me armé de valor y de un palo y fui hasta la caja donde, por supuesto, no estaba nadie. De pronto, entraron a mi cuarto también dos tipos con aspecto de policía. Comenzaron a remover los muebles tirados junto a la puerta. Yo seguía junto a la caja donde se había perdido el Enano. Lo están buscando, pensé. Cerré de la caja y fui hacia los tipos. Uno de ellos detuvo su tarea por un instante, volteó y antes de que yo le dijera cualquier cosa él dijo: “Ñe”, y volvió a lo suyo. Todo estaba dicho. Deshicieron las cajas, voltearon mi cama. No estaba, sólo su rastro. Furiosos, los tipos se fueron, pero no por donde vinieron, pues atravesaron la pared, sin romperla.
El Pequeño se quedó a vivir allí. En sueños le veo. Me mira, ríe. Y en la vigilia presiento que anda cerca. Sé que soy su refugio.


LA LLAVE HIPERDIMENSIONAL -TEPEZCOHUITE

Vivir es soñar, morir es despertar.

Nunca se había sentido tan tranquilo, el dolor que en años acumuló su cuerpo y su alma se desvanecieron de repente. Parecía que el umbral de las limitaciones que asfixiaban su existencia se esfumaba como aquellos pensamientos indeseables que borra la memoria, y al ritmo de una inexplicable y placentera respiración sentía que se unía con el universo entero. Sin embargo, en un instante, como si le faltara el aire, despertó angustiado; al darse cuenta estaba vivo: en la pesadilla nuevamente.
SUEÑOS DE DMT1
En los procesos de sus sueños, el hombre se ejercita para la vida venidera.
Nietzsche

Inhalo, exhalo, inhalo, exhalo, inhalo, exhalo; tres fantásticos soplos trasladan mi ser al mundo de los sueños. Ahora sueños y pesadillas encierran mi percepción. Me enfrento a mí mismo. ¡Mira!, tengo más de cinco sentidos; no hay una, ni dos, ni tres dimensiones, sino una multiplicidad de ellas que entrecruzan mi mente abierta, lista para trascender al más allá. En unos segundos regreso a la vida y me doy cuenta que aún me falta preparar el camino. Necesito seguir curándome para pasar la puerta al más allá.
1 Diemetriltriptamina.  


CUENTO DE CHAVA TABULA RASA

Caigo, caigo, caigo en lo profundo de un pozo negro como la locura,

oigo voces, los aviones parecen volar al ras de la azotea, alguien
menciona mi nombre como un susurro……cada día me vuelvo más abstracto;
un ser invisible, un paria que nadie observa. Ya no sueño, anhelo
tanto soñar, pero me conformo con dormir, dormir para no soñar esta
pesadilla que se llama realidad….

Antes, cuando era un niño, podía a mi antojo soñar el tema
que más me pareciera, era otra cosa, podía quedar suspendida la
historia para retomar el hilo a la noche siguiente, me dormía feliz,
tenía la certeza que no podía variar de tema si no lo deseaba. Podía
además ser el personaje que quisiera, desde un superhéroe hasta un
trapecista egocéntrico.

También volaba, daba vueltas por mi habitación en forma por
demás divertida, esperaba que todos durmieran para poder trasladarme, a
la casa de amigos o familiares, en forma de ave, y como una paloma veía
con admiración de niño mi ciudad nocturna.

En otros sueños, el tañido de las campanas no era el mismo que
“llama a la misa obligatoria”, sino el que me jalaba de la época
renacentista a mi realidad adolescente, eran campanadas que se
conjuntaban en tiempos diferentes, pero paradoja, prefería las
campanadas del siglo XVI, que las de mi época actual, el motivo era
muy simple, una bella chica con hermosa cabellera rizada me abrazaba a
punto del sollozo y sus ojos tristes me decían el dolor que sentía a
causa de la definitiva separación. Yo también sentía el abandono
irremediable.

Algunas veces, me soñaba como bufón en algún desconocido
carnaval, pero la risa que provocaba en los demás no me ofendía, por
el contrario, yo también me divertía. Otra cosa eran los sueños
húmedos, donde las mujeres más insólitas y desconocidas eran amantes
fogosas que me hacían pasar un buen rato durante el día. Sin embargo,
al verlas en la vida real, la magia desaparecía instantáneamente. Eran
frívolas e indiferentes.

Ahora, mis sueños son artificiales, los valiums me impiden
soñar con naturalidad. Y las pesadillas de la realidad son cada vez
más fuertes que mis hermosos sueños de niñez y primera juventud.