El Dañado
Como si las plegarias surtieran efecto ó el degolladero de neuronas inhibiera los recuerdos más cimentados, Penélope surge para cerrar y abrir nuevas heridas en esta agrometrópoli, para describir la cotidianidad arrastrada desde hace décadas.
Como si los deseos fuesen fuente inagotable de intervalos entre lo real y la mundana esperanza humana, Penélope busca perpetrar la particular sensibilidad de quienes se encuentran involucrados con el arte visual oaxaqueño, en otros casos, los menos, dar a conocer lo que realmente se está haciendo en las calles.
No hace mucho tiempo un conocido me señaló un graffiti sobre la calle de Joaquín Amaro, allá en la Figueroa, y con repentina sorpresa me dijo: "¿Y creen que eso es arte? Nada más están destruyendo las paredes", las repuestas no tienen que ser de igual agresividad que las interrogantes, no es culpa de ninguno el no entender o siquiera comprender la crudeza rural asfáltica en la que sobrevivimos, la extensa gama de matices sociales en la que braceamos.
Sí las toneladas de propagandas partidistas cada trienio o sexenio no son un ataque directo a la sensibilidad visual, sí los innumerables espectaculares gubernamentales no son bofetadas al alma social, entonces ¿Un stencil, un graffiti ó un cartel, que reflejan una cruda e hipócrita realidad de lo anterior, si lo es?
La respuesta continúa en el aire y ahí permanecerá hasta que la mesura detenga el volado, corte el azar y lo convierta en cordura y razón, hasta entonces seguiremos coexistiendo como fantasmas del pavimento.
El tomar por asalto una pared, el ultrajar el silencio de cualquier barda virgen o redescribir la sobriedad armónica al parecer de una mayoría temerosa de un régimen preestablecido, no nos hará menos o más tanto a unos como a otros, continuaremos en este circo de hormigón bajo los hilos de poder.
Penélope no se cierra a una sola corriente, es, mejor dicho y escrito, la apertura a la particular y plural analogía de quienes sólo buscamos una forma de expresión. Aquí lo substancial es eso, enunciar lo que con algún otro medio además del escrito y graficado no podemos.
Por un momento tomé un descanso al salir, por fuerza y no por voluntad, de una pequeña villa extrasensorial a la corteza mental, en los límites de la medula de la cordura, en la frontera entre lo sinfónico y lo cacofónico. Hoy mi hospicio será la toma visual, mientras el asilo psircótico se levanta de entre sus escombros.
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